Invierno

viernes, julio 2

A continuación una historia que escribí para un concurso de microrelatos de un foro de descarga en el que participaba.


Era temprano, el ruido agudo del despertador me hizo levantarme de la cama con un salto, - por fin! - pensé.
- Luz, sol, nieve, agua, frío, viento – me decía a mí misma mientras veía por la ventana de mi habitación - ¡Si no me doy prisa no me dará tiempo! – grité en alto.
Me vestí rápidamente y bajé corriendo las escaleras de casa y al llegar a la puerta de la vivienda, cogí mis botas de agua rojas y me las puse, tampoco me olvidé de mi impermeable rojo y mi bufanda y las manoplas a juego. Salí corriendo a la calle y sentí a mi madre por detrás mía gritando que tenia que desayunar –vengo enseguida- le grite mientras le hacia señas con la mano y me despedía de ella con una sonrisa en la cara.

Mi nombre es Hada, tengo 10 años y hoy era el primer día que amanecía nevado este año el pueblo. La noche anterior hubo una tormenta muy fuerte, lo sé porque esa noche casi no dormí nada por culpa de un extraño animal que se coló en mi habitación. Al principio estaba asustada, ya que pensaba que era algún tipo de monstruo extraño de esos de los cuentos que me leia mi padre antes de dormir, pero no lo era, resultó ser un animal que tenia apariencia de conejo, pero realmente.. no era un conejo, sus orejitas eran largas y su cola era fina, larga y terminaba en un pompon de pelo, al igual que en sus dos antenitas que se movian entre las orejitas, definitivamente aquello no era un animal que hubiera visto hasta el momento.
-¿Quién eres? ¿de donde has salido? - Le pregunté. Aquel ser me miraba y a la vez movía la cabeza para los lados, creo que no entendía lo que le decía. De repente, comenzó a dar saltos por todos lados de la habitación. Corrí detrás de el para intentar cogerlo pero no pude, era muy rápido. – TIENES QUE IRTE – le grité una vez que me cansé de perseguirlo –tengo que dormir – le seguí diciendo, el “conejito” no quería hacerme caso. Poco a poco fue tirando todo aquello que se encontraba a su paso. Saltó por encima de mi cama, por encima de el escritorio, de la coqueta, del armario ¡¡Asta se metió dentro de el y lo revolvió todo!! Cuando estaba a punto de ponerme a gritar para que mis padres vinieran, el “conejito” salió por la ventana llevándose una pulsera que me regalaron cuando era muy pequeña.

Ahora, lo que quería, era recuperarla y me dirigía a junto de mis amigos, para ver si ya se levantaron y vieron a aquel animalito tan traste.

En la plaza del pueblo no estaba nadie, es mas, no me encontré con nadie en toda la mañana, pensé que era normal, hacia frío y era temprano, y sabiendo como eran de vagos allí no me extrañó nada, poco a poco solo de pensar en la cara de algún vecino en cuanto viera la nieve.. me entró la risa y sin querer reí en carcajadas mientras corría por el pueblo en dirección al bosque, pensando que allí encontraria al bicho.

Cuando llegue al bosque, un escalofrío corrió por mi espalda, alguien me miraba, me di la vuelta rápidamente y detrás de mi encontré a un extraño chico de mi edad aproximadamente, de pelo largo y blanco y con unos ojos azules que parecían casi cristal, con los que me miraba fijamente –Hola Hada- me dijo al momento. Estaba asustada -¿Cómo sabes mi nombre? – le pregunté mientras daba un paso hacia a delante -Porque te conozco- me contestó sin inmutarse ni un mínimo -¿Que? ¿Como?- comencé a balbucear
Aquel niño se me acercó despacio, el frío que al principio sentía desapareció poco a poco,notaba como si le conociera de toda la vida y hiciera muchos años que no le viera –el te quitó esto ¿verdad?- me preguntó mientras me ponía mi pulsera en la muñeca –perdónale, solo quería jugar un rato contigo - dijo mientras sonreía. –¡Es mi pulsera! Gracias, la estaba buscando - le dije al chico.
-Hoye Hada ¿te olvidaste de mi?- me replicó con cara triste.
-Eso creía Zión, asta ahora que me devolviste la pulsera que me regalaste hace tiempo, no me acordaba de ti- el sonrió y me abrazó.
Zión era mi hermano gemelo, el no es humano a diferencia de mi. Nuestros padres tampoco son humanos, pero no se porqué yo si lo soy, por culpa de eso, no puedo vivir con ellos y me dieron a una buena familia que me quiere y me cuida.
Cada año, en estas fechas, la mascota de mi hermano viene a casa a verme y cuando cumplí los 5 años, comencé a buscar al animal y siempre terminaba delante del, de Zión recuperando esa pequeña parte de mi vida que siempre desaparece con el invierno



0 comentarios:

Publicar un comentario