una tarde tranquila, una tarde para cazar.

Se ven dos niños,  están en una playa, uno hace castillos de arena, otro salta las olas. El padre de uno de ellos le dice a su hijo que por qué no juega con el otro niño.  Los pequeños se ven y comienzan a jugar juntos, se divertían y parecían felices. Las madres, a lo lejos observan a sus pequeños, nada podría estropear la estampa, pero un grito a lo lejos, detrás de las mujeres pone a todos en alerta, ellas se levantan de sus sillas de playa, como intentando ver qué pasa, están asustadas, los padres, en la orilla también miran en la misma dirección de donde provenía el grito, los hombres deciden ir a ver que ocurre, les dice a sus mujeres que no se asusten, que seguro que no fue nada. Ellas deciden ir junto a sus hijos. Los padres desaparecen de la vista de sus familiares. Ya algo lejos de la playa se extrañan de no ver nada, pero algo los vuelve a poner en alerta, una persona allí de pié, los miraba, uno de ellos preguntó a la figura si estaba bien, la figura no contesta y comienza a caminar hacia ellos y desaparece.  Los hombres atonitos y cada vez más asustados se miran entre ellos, no tienen claro que acababa de pasar, la figura aparece de repente detrás de uno de los hombres y de un gesto le clava su mano en toda la espalda, el hombre no se puede mover, ni pestañea, simplemente se queda allí, parado, atravesado por aquella mano. La figura era una muchacha, joven y guapa, pero a ojos del otro hombre era todo un monstruo, ella mordió a su víctima y cuando hubo terminado lo dejó allí tirado. El otro hombre corrió junto a su familia, tenía que poner a las mujeres y niños a salvo.

Al llegar a la playa, ellas se sintieron aliviadas al ver que volvían, pero pronto comenzó esa sensación de preocupación ¿porqué esa cara de miedo? ¿Dónde estaba el otro hombre? , antes de que el llegase junto a ellas, la muchacha lo alcanzó e hizo algo parecido que con su otra víctima. Los niños comenzaron a llorar y ellas a gritar, no sabían que pasaba, ni quien era aquel demonio. Ellas animaron a los niños a correr, gritaban, “no mirar atrás, simplemente correr y no pasará nada, correr!”  y así los cuatro comenzaron a escapar, pero la joven apareció sin más delante de ellos, como por arte de magia.

Miró primero a los niños, les sonrió con un gesto muy dulce, pero con toda la sangre encima, la sonrisa parecía la de una loca desquiciada. Las mujeres tirando del brazo de los críos decidieron correr en dirección contraria, como si allí estuviera una puerta que los dejase a salvo, la chica apareció de nuevo delante de ellos, agarró por el cuello a una de las mujeres y la lanzó fuertemente por el aire, en dirección a las rocas, la madre se golpeó contra ellas y murió al instante.

A la otra mujer la agarró del cuello también, pero la hizo ponerse de rodillas, uno de los niños se había meado del miedo, el otro como poseído por algo, comenzó a golpear e insultar a la chiquilla, lleno de rabia y odio. Ella, sin soltar el cuello de la madre acarició al pequeño y le dio un pequeño golpe y este calló al suelo, como si se hubiera desmayado. Mientras, la mujer de rodillas rogaba por su vida y por la de los niños. La joven desconocida acercó su cara a la de la mujer y le susurró que se tranquilizase, que el niño solo dormía y la mujer se tranquilizó, de seguido, mordió a su nueva víctima y chupó su sangre hasta dejarla sin vida.

Una voz se escuchó a lo lejos, muy bien, lo has hecho muy bien, ya estás lista para alimentarte tu sola” . Era Alexei, él estaba encargado de aleccionar a aquella joven e inexperta vampira. ¿Me puedo comer a los niños? Preguntó ella. Alexei se sonrió y dijo “No, los pequeños han de vivir, tienen que contar lo que sucedió aquí, así los humanos no olvidarán que nosotros existimos y que somos poderosos, vamos, es hora de ir a junto de Victoria, ella nos espera”